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¿Es posible ser alcalde opositor en Colombia hoy?

En el tejido político de Colombia, una creencia común, aunque en mi opinión errónea, sostiene que los alcaldes deben ser gobiernistas, es decir, deben mantener relaciones excelentes con el Ejecutivo para obtener recursos de la nación para sus proyectos. Esta creencia sugiere que un alcalde que no está en sintonía con el gobierno central se verá limitado en su capacidad para desarrollar y realizar su plan de gobierno.

Sin embargo, propongo una hipótesis contraria a la luz de la coyuntura actual: un alcalde puede ser opositor y aun así ser efectivo en su mandato, sin la necesidad de someter sus principios a un gobierno nacional sordo y hermético.

Primero, es fundamental reconocer que el cargo de alcalde no es simplemente un puesto de sumisión al poder ejecutivo. Por el contrario, es un rol de liderazgo que requiere una combinación de habilidades administrativas, visiones políticas y, sobre todo, una fuerte voluntad de servir a la comunidad local. Cada alcalde debe ser guiado por su propio plan de gobierno y no por los dictados del gobierno central.

En ese sentido, un alcalde puede lograr inversiones, desarrollo y cumplir con su plan de gobierno si se enfoca en tres pilares fundamentales: integridad, cooperación y modelos innovadores de finanzas públicas.

Comenzando con la integridad, un alcalde no debe desviar los fondos públicos para su beneficio personal o político. La corrupción es un lastre para el desarrollo de cualquier comunidad. Un alcalde que mantiene la integridad y la transparencia puede asegurar que los recursos de la ciudad se utilicen de manera efectiva para el beneficio de todos los ciudadanos.

En cuanto a la cooperación, los alcaldes deben buscarla tanto a nivel local como internacional. En lugar de depender únicamente de los recursos del gobierno central, un alcalde puede buscar apoyo de entidades privadas, organizaciones no gubernamentales y agencias de cooperación internacional. También puede fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones, lo que no solo mejora la eficiencia de la administración, sino que también fortalece la democracia a nivel local.

Los alcaldes deben explorar modelos innovadores de finanzas públicas. Esto es crucial, especialmente en un contexto en el que el gobierno central puede ser reacio a proporcionar apoyo financiero a un alcalde opositor. Los alcaldes pueden recurrir a diversas estrategias, como la emisión de bonos municipales, bonos verdes, el fomento de las inversiones privadas y la implementación de medidas de eficiencia presupuestaria.

Es relevante destacar que los alcaldes que se someten a la voluntad del poder ejecutivo están renunciando a su autonomía y, por ende, a su capacidad para gobernar efectivamente. Este tipo de comportamiento es contrario a los principios democráticos y al interés público.

Yo creo que es posible ser un alcalde opositor en Colombia. El éxito de un alcalde no depende de su relación con el gobierno central, sino de su integridad, capacidad para cooperar con una variedad de actores y su disposición para explorar y adoptar modelos innovadores de finanzas públicas. Los alcaldes que se arrodillan ante el poder ejecutivo no solo están renunciando a su autonomía, sino que también están traicionando a los ciudadanos que los eligieron para representar sus intereses.

Es hora de que los alcaldes de Colombia se den cuenta de que pueden y deben mantenerse firmes en sus principios, incluso cuando se enfrentan a un gobierno nacional que puede ser sordo a sus demandas y preocupaciones. Es hora de que demuestren que se puede ser un líder efectivo sin sacrificar la independencia y la integridad.

Llego el día en que muestren que es posible ser un alcalde opositor en Colombia.