
El balconazo
Desde el inicio de su gobierno, el Presidente Petro ha adoptado un enfoque discursivo de balcón, un gesto que rememora a los líderes más recalcitrantes de la izquierda radical latinoamericana como Castro, Chávez y Maduro. Estas intervenciones, cargadas de retórica grandilocuente y simbolismo, han generado preocupación generalizada y un debate profundo en la sociedad colombiana.
En sus dos discursos de balcón, Petro ha tratado temas diversos, comenzando con una invitación, o incitación mejor, a la revolución y la propuesta que deja en el aire sobre su deseo (dice que es el del pueblo) de una Asamblea Constituyente. La base de estos llamados radica en la supuesta intransigencia del legislativo de aprobar sus reformas y el fracaso de las mismas en la opinión pública, lo que ha generado tensiones entre el ejecutivo, el legislativo y ahora los medios de comunicación, quienes también sufren el peso de discurso.
El Presidente Petro ha lanzado amenazas a diversos sectores, pero uno que resulta crítico es el sistema de salud. Ha insinuado que las EPS desaparecerán si no se aprueba su reforma a la salud, lo que generaría el colapso del sistema e salud en el país. O quizá eso se busca, propiciar la crisis...
Adicionalmente, ha desplegado una estrategia bastante anacrónica, la del "chivo expiatorio". Una estrategia que, si bien resulta muy efectiva, requiere de buena planificación y en esta ocasión le tocó el turno al expresidente Gaviria, quien se volvió blanco de sus ataques y el supuesto culpable de que sus reformas no marchen, incluso lo graduó de oligarca.
En todo caso, la elección de Gaviria como su objetivo claramente supone una estrategia que procura desviar la atención de los verdaderos problemas y responsabilidades que supone el descarrilamiento del programa de gobierno, cuando en su lugar debería enfrentarlos con estoicismo y madurez argumentativa.
La premeditación en la estrategia del Presidente Petro es evidente. En mi opinión, la caída de sus reformas podría haber sido planificada solo para justificar el llamado a la Constituyente, ya que estas reformas plagadas de facultades excepcionales a todas luces y con claridad absoluta se podía advertir que no iban a pasar. Sin embargo, el despliegue de su estrategia pudo haber sido apresurado, puesto que eligió con premura un chivo expiatorio difícil de atacar, en lugar de optar por el más habitual y controvertido expresidente Uribe.
Ahora resultará en toda una novela conocer el futuro de los partidos políticos tradicionales en Colombia, aquellos que se habían matriculado como de gobierno. Partidos como el liberal, el conservador y la U quedan mal parados y en entredicho en medio de este contexto. Si ya no es rentable ser partido de gobierno, estos partidos podrían verse forzados a replantear sus objetivos y estrategias, o quizá a pauperizar aún más su imagen.
En síntesis, las intervenciones del Presidente Petro desde el balcón presidencial han generado pánico, incertidumbre y ansiedad. Su discurso polarizador prevalente y sus estrategias premeditadas, precoces y anacrónicas, plantean interrogantes sobre la estabilidad democrática y el futuro de los partidos políticos tradicionales en el país. Además, las tensiones y amenazas lanzadas a diferentes sectores podrían traer graves consecuencias para el bienestar y desarrollo de Colombia.
Desde el empresariado, urge un llamado al orden y la garantía del Estado Social de Derecho. No podemos pretender que un país camine en búsqueda de resultados y objetivos comunes bajo un entorno hostil y ambivalente.
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