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El ilusionista


La reciente propuesta del presidente Gustavo Petro, de implementar una “renta ciudadana” para los miembros de bandas delincuenciales peligrosas, como parte de su programa “Jóvenes en Paz”, ha encendido nuevamente el debate, un poco desapercibido por el proceso 15.000 que apenas inicia.

Un debate acalorado de cualquier forma para la sociedad colombiana. La propuesta busca, en teoría, alentar a los miembros de estos grupos a abandonar la vida criminal y reincorporarse a la sociedad a través de la educación, mientras reciben una asignación económica, una especie de renta básica, de 500.000 pesos. Sin embargo, aunque suena bien en papel, la propuesta es problemática desde varios puntos de vista.

Desde una perspectiva antropológica, la propuesta de Petro ignora el complejo entramado sociocultural que subyace a la violencia y la delincuencia en las comunidades más vulnerables de Colombia. La violencia y el crimen son fenómenos multifacéticos que no pueden ser resueltos simplemente con dinero y promesas de educación. La cultura de las pandillas y el crimen organizado es profundamente arraigada en algunas comunidades, y la reintegración de sus miembros requiere un enfoque más integral y a largo plazo.

Desde un punto de vista psicológico, la propuesta ignora la realidad de que muchos miembros de bandas delincuenciales han sido tocados profundamente por la violencia y la pobreza. Simplemente, ofrecerles dinero y educación no aborda las complejas cuestiones de trauma, adicción y desesperanza que a menudo llevan a las personas a unirse a estos grupos en primer lugar.

Económicamente, la propuesta es insostenible a largo plazo. El costo de proporcionar una “renta ciudadana” a los miembros de bandas delincuenciales podría ser astronómico, y existen serias dudas sobre si el gobierno colombiano puede permitirse tal desembolso. Además, esta propuesta podría desincentivar el trabajo y la productividad al promover una mentalidad de dependencia de la ayuda gubernamental.

Desde una perspectiva macroeconómica estructural, la propuesta de Petro no aborda las raíces estructurales de la violencia y la delincuencia en Colombia. Las desigualdades económicas, la corrupción endémica y la falta de oportunidades son algunos de los factores subyacentes que impulsan a las personas a unirse a bandas delincuenciales. Ofrecer dinero y educación a los miembros de estas bandas es solo un parche, no una solución a largo plazo.

La propuesta del presidente Petro es una receta para el desastre. En lugar de buscar soluciones fáciles y populistas, el gobierno colombiano debe enfocar sus esfuerzos en abordar las raíces estructurales de la violencia y la delincuencia en el país. ¿O será que se pretende otra cosa? No lo sé, quizá; esto tiene algunos rasgos similares a con los “Colectivos” en Venezuela.

Quizá la financiación de estos colectivos venezolanos deriva de otras fuentes, aquí tendríamos una innovación en este frente, pero su uso y capacidad de instrumentalización podría ser la misma. La ‘Paz Total’ y el Programa ‘Jóvenes en Paz’ no es otra cosa que jugar con el presupuesto general de la nación y la ilusión del los colombianos.