La Asamblea Constituyente
Hace algunas semanas publiqué el artículo “El balconazo”, aquí doy continuidad a esa idea, pues como hemos podido advertir en los medios y redes, algunos de los principales alfiles de gobierno en ejercicio ya empiezan a darle validez a mis hipótesis.
El presidente Gustavo Petro ha encontrado aliados fieles en la senadora Piedad Córdoba y el líder religioso Alfredo Saade, quienes se han convertido en los actores principales en la construcción de una narrativa que busca una Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, la propuesta de este par, lejos de ser una solución viable para Colombia, puede llevarnos por un camino peligroso de inestabilidad y polarización, con repercusiones a largo plazo que deben ser consideradas cuidadosamente.
La propuesta de Córdoba y Saade de cambiar la política de Colombia a través de una Asamblea Constituyente, fuera de la institucionalidad del Congreso, agudiza la polarización política y la inestabilidad en el país. Este tipo de enfoque, característico de movimientos populistas radicales, amenaza la estabilidad de los mercados y el clima de inversión. En el corto plazo, la incertidumbre sobre el marco político y legal de Colombia podría desincentivar la inversión, impactar negativamente en el valor de los activos y dificultar la generación de empleo. Esto sería una estocada final a una ya lacerada economía
A largo plazo, la propuesta de una Asamblea Constituyente podría abrir la puerta a la adopción del modelo dictatorial venezolano, con su secuela de crisis humanitaria, éxodo masivo y colapso económico. Es imprescindible recordar que el camino hacia la desgracia de Venezuela comenzó con una Asamblea Constituyente que, en nombre de la equidad y la justicia, terminó concentrando el poder en manos del ejecutivo y destruyendo las instituciones y la democrática.
En medio de este debate y como si no fuera realmente importante, es alarmante la falta de atención y acción ante los problemas realmente urgentes de seguridad en el país. Mientras Córdoba y Saade construyen su discurso revolucionario y Petro guarda silencio, los grupos armados avanzan en su expansión territorial y fortalecimiento. La política de 'paz total', promovida por el gobierno, parece más una política de 'impunidad total'.
Estos grupos armados ya demostraron con lujo de detalles sus intenciones y estas claramente no son de paz, y lo que vemos absortos es que en lugar de ser desmantelados y llevados ante la justicia,
Es imperativo que, como sociedad, no nos dejemos seducir por discursos grandilocuentes y promesas vacías. Los retos de Colombia son enormes, pero la solución no pasa por una Asamblea Constituyente ni por la adopción de modelos políticos fallidos. Se necesita liderazgo responsable, diálogo constructivo y reformas que fortalezcan las instituciones democráticas, no que las destruyan.
Llegó el momento de que los líderes políticos, la sociedad civil y el empresariado se unan en defensa del Estado Social de Derecho. La historia nos ha enseñado que los caminos rápidos y radicales a menudo terminan en desastre. No podemos caer en la trampa.
“Tranquilos que aquí no vamos a ser como Cuba”… Decían en Venezuela hace ya más de 20 años.
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