← Volver Publicado en

Reactivando a Pereira Parte 1

Reactivando a Pereira Parte 1

En las siguientes columnas me ocuparé de analizar algunos sectores productivos de nuestra ciudad, no muchos, pero si los que considero serán el motor de la reactivación económica de nuestro territorio. Pero para eso tenemos que empezar por hablar de “vocación”.

La vocación del territorio, puntualmente el santo grial de las estrategias regionales de competitividad. Todos lo andan buscando, pero él toma tantas formas que al final no sabemos como, o qué es.

Sin embargo, la vocación de un territorio no puede ser una sola cosa. Un territorio resulta de un crisol de culturas y dinámicas, con lo cual etiquetar la vocación de una ciudad en una sola cosa resulta imposible, como imposible resultaría hacer confluir a todo un territorio a una sola cadena de valor.

La teoría académica sobre estrategia de competitividad regional nos lleva por casos como el de México. Este país con su estrategia de clúster cuenta con más de 38 clúster a lo largo ancho de su territorio. Y los tiene de todo tipo, color y sabor, como los tacos.

Para poner un par de ejemplos, tenemos el turístico en Quintana Roe, el Aeroespacial en Querétaro, el automotriz en el Estado de México, entre otros. Estos clústeres nos cuentan una historia increíble de superación de obstáculos políticos, sociales y empresariales. Pero también nos cuenta la historia de cómo es que se crece a partir de desarrollo económico.

El caso de México nos habla de la triada que debe operar cuál reloj suizo, entre la universidad, la empresa y el estado. Nos cuenta como se despojan de egos y se articulan todos en pro a una meta común, conciliada y analizada entre todos los actores.

Lo anterior resultó de procesos de análisis rigurosos, y estudios bastante profundos, con el fin de identificar las ventajas competitivas y comparativas de cada estado. Sin embargo, también resultó de un análisis riguroso de las características de su población.

Es por eso por lo que la vocación de un territorio no siempre me dice donde invertir los recursos; pero las características de su gente me van dando luces. Resulta que el Eje Cafetero y particularmente los pereiranos tenemos algo que pocas ciudades del país tienen y de sobra, carisma.

Y es eso lo que considero la vocación misma del territorio. Para nuestro caso particular, nuestra vocación no es otra que la de servir, cuidar del otro, garantizar su bienestar, sin esperar nada a cambio. Bien podríamos ser la mamá de Colombia.

El reconocimiento al carisma de nuestra ciudad se remonta a su fundación misma; somos la ciudad sin puertas, la querendona. En fin, una cantidad de adjetivos maravillosos que hablan de la calidad humana de nuestra gente y sobre todo, de su vocación al servicio.

Bueno y ¿para qué sirve “servir”? Pues bien, resulta que esa es la cualidad más importante que se necesita a la hora de hablar de servicios, o a la hora de considerar el “como” de la estrategia de relacionamiento de cualquier modelo de negocio, y muchas otras cosas más.

Pero eso no es lo único que nos diferencia del resto del país y la región. Resulta que Pereira tiene a su haber otros capitales, que digo capitales, patrimonios que no hemos explotado y que damos por sentados.

Con esto me refiero a nuestra biodiversidad e historia. Nuestro territorio es inmensamente rico en ambas; pero quien no sabe lo que tiene, no sabe lo que pierde. Y exactamente eso nos pasa a nosotros.

La historia de nuestro territorio dejaron de contarla. Por ejemplo, sabían que en Pereira, a principios del 1.900 se fundó la primera empresa de base tecnológica (de la época, por supuesto) de café. Esto de la mano de Luis Jaramillo Walker, lo cual bien podría entenderse como la piedra angular del desarrollo por venir jalonado por el café, entre otras historias parecidas de la época. Historias que habla de nuestras capacidades como industriales.

O que el 95% de nuestro territorio es rural, y no cualquier clase de ruralidad. Contamos con varios tipos de biomas y lo que ello supone en términos de biodiversidad y acceso a recursos hídricos. Esto entre otra cantidad de maravillas naturales que consideramos dadas, pero que a los ojos de cualquiera ajeno a nuestra ciudad resultan ser una joya.

De lo anterior podemos concluir que no solo somos comercio que, si bien nuestra industria desapareció en buena medida, aún tenemos capitales increíblemente potentes por desarrollar. Solo tenemos el problema de quien no quiere salir de la zona de confort.

Estudios locales sobre la materia existen y muchos. Sin embargo, están engavetados en algún despacho gremial, municipal o departamental. Señoras y señores de lo publico, nadie mejor que el ciudadano para entender que es lo que duele y por donde deja de doler.

Hablemos de pluralidad, hablemos de ciudad, pero hablemos todos.