← Volver Publicado en

Una formula peligrosa

Si bien hemos abordado en detalle las implicaciones de la propuesta de reforma laboral de Petro hace unas semanas, considero imperativo continuar manifestando una postura enérgica y decidida ante esta situación. La gravedad de lo que se propone no permite que nos quedemos callados ni que bajemos la guardia. Por el contrario, exige que mantengamos viva la discusión y que sigamos resistiendo frente a lo que consideramos es un claro ataque contra el sistema productivo de nuestro país.

La reforma laboral propuesta por el Gobierno de Gustavo Petro está destinada a ser un golpe devastador para la economía colombiana. En lugar de abordar los problemas laborales fundamentales que enfrenta nuestra nación, este plan parece estar más centrado en promover una agenda ideológica que en salvaguardar los intereses de los trabajadores y las empresas, así la ministra de trabajo diga que no debemos tener miedo al cambio, yo si tengo miedo.

El enfoque de Petro en aumentar los recargos por horas extras y los domingos es un ejemplo claro de esto. Si bien estas medidas parecer beneficiosas para los trabajadores a corto plazo, las consecuencias a largo plazo son desastrosas. Las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de nuestra economía, simplemente no podrán absorber estos costos adicionales, pues la estructura del mercado sigue igual, más ventas no tendrán. Esto conducirá paulatinamente a una reducción de personal, cierre de empresas y un aumento estructural en el desempleo.

Pero la miopía no termina ahí. Al aumentar los costos laborales, las empresas podrían optar por contratar personal de forma informal para eludir los costos adicionales, más informalidad, pero esta vez en forma de evasión. Esto resultará en trabajadores sin acceso a beneficios laborales o seguridad social. Lejos de formalizar el empleo, la reforma laboral de Petro podría incrementar la informalidad laboral; los incentivos están ahí.

Además, este plan ignora descaradamente la realidad de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Obligar a estas empresas a negociar en igualdad de condiciones con las grandes corporaciones es irreal y peligroso. Las Mipymes, que ya están luchando por mantenerse a flote, enfrentarían una desventaja insuperable que las llevará al cierre. Los emprendedores se cansarán de luchar, se los aseguro.

La reforma laboral de Petro también amenaza la estabilidad económica del país. La confianza del inversor es crucial para la estabilidad económica de cualquier nación. Pero, ¿qué inversor querría invertir en un país donde las políticas laborales son perjudiciales para los negocios? Esta reforma podría resultar en una disminución de la inversión extranjera directa y ralentizar la dinámica de colocación de la banca, y eso que aun con tasas “usureras” siguen generando caja cada día.

Además, no podemos ignorar los efectos de la devaluación de la moneda y la inflación, que ya están causando un impacto significativo en el costo de vida de los colombianos. Cualquier medida que pueda aumentar los costos para las empresas resultará irrestrictamente en precios más altos para los consumidores, exacerbando el problema de la inflación y reduciendo aún más el poder adquisitivo de los colombianos.

La incertidumbre económica alimentada por esta reforma también puede conducir a un aumento de la violencia. En un momento en que los indicadores de violencia y seguridad ya son una preocupación importante, es vital que cualquier reforma laboral tenga en cuenta el clima social y político del país y busque promover la estabilidad y la paz, no polarizar y profundizar la desconfianza del consumidor y los ciudadanos.

Sin embargo, y finalmente, existe una hipótesis aún más preocupante que subyace en todo esto. ¿Y si lo que estamos presenciando es algo más que un conjunto de políticas laborales mal concebidas? ¿Y si es parte de una agenda ideológica más amplia, cuyo objetivo final es la destrucción sistemática del aparato productivo de Colombia? ¿Y si el propósito de esta reforma laboral es, en última instancia, socavar el tejido empresarial que sostiene nuestra economía?

Es una perspectiva que nos llena de temor y que nos obliga a permanecer vigilantes, pues el futuro de nuestro país está en juego, o ¿será que ya se jugó y perdimos?.