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Activismo de sofá

Si bien la digitalización ha democratizado en gran medida nuestra capacidad para expresar opiniones y apoyar causas, ha dado lugar a una de las tendencias más dañinas en el panorama social y empresarial actual; el activismo de sofá. Este es el reino de los líderes empresariales que, desde la comodidad de su sofá, deciden que su papel en la solución de los problemas del mundo se reduce a un re-tweet, un “me gusta” o un eslogan vacío en una reunión de Zoom.

Esta forma cómoda y superficial de “activismo” se ha vuelto rampante en nuestra sociedad, algunos de mis colegas empresarios no son la excepción. Puede que hablen de cambio, de justicia, de equidad, pero cuando se les pide que den un paso adelante y jueguen un papel activo, de repente se esfuman, como quien se esfuma antes de que la cuenta de la cena llegue a la mesa.

Estos empresarios, que se sientan en sus sofás y ordenan a los demás que hagan el trabajo duro, son una plaga para nuestro ecosistema. Se sienten satisfechos por compartir una publicación en redes sociales, pero se rehúsan a invertir tiempo, esfuerzo o recursos en acciones significativas. Parece que el cambio es algo que sucede "allá afuera", algo que otros deben hacer, mientras ellos observan desde la distancia, convencidos de que las soluciones llegaran.

Un estudio de la Universidad de California sugiere que el compromiso en las comunidades online puede llevar a una mayor participación en el mundo real. Sin embargo, estos activistas de sofá empresariales parecen haber olvidado la segunda parte de la ecuación. No basta con dar “me gusta” a una publicación o compartir una petición en línea. El activismo real y efectivo requiere un compromiso constante y tangible.

Además, el activismo de sofá no solo es una renuncia a la responsabilidad, sino también una forma de arrogancia. Al limitarse a compartir publicaciones y retuitear, estos empresarios parecen creer que su mero reconocimiento de un problema es suficiente para solucionarlo. Como si su estatus o influencia pudieran, de alguna manera, eximirlos de la necesidad de actuar. No señores, ustedes no son Elon Musk o Warren Buffett para mover el mundo con un tweet.

El activismo de sofá también se alimenta de la complacencia y la conformidad. Al quedarse en la superficie, estos líderes empresariales se protegen a sí mismos de las críticas y evitan las dificultades que implica el cambio real. En lugar de liderar con el ejemplo y asumir riesgos, optan por el camino fácil y seguro, se les olvidó como fue que llegaron donde están ahora; señores, les recuerdo que fue asumiendo riesgos. Ese camino que decidieron tomar solo conduce al estancamiento y a la mediocridad.

El activismo de sofá es una traición a las posibilidades que la tecnología digital nos ofrece; en lugar de usar estas herramientas para movilizar, informar y actuar, estos empresarios las utilizan para desviar y postergar; en vez de amplificar las voces que necesitan ser escuchadas, las silencian con su ruido vacío; Pasan de construir puentes, construyen muros. Esta no es la promesa de la era digital, es su perversión.

Es hora de que estos empresarios se despierten y enfrenten la realidad. Nuestro país está en un punto de inflexión. Las crisis que enfrentamos requieren más que gestos simbólicos y palabras huecas. Necesitamos acción, necesitamos sacrificio, necesitamos un compromiso real.

El activismo de sofá no es suficiente. No podemos permitirnos líderes que se escondan detrás de una pantalla, que se contenten con ser espectadores en lugar de actores. Necesitamos líderes que estén dispuestos a ensuciarse las manos, a enfrentar los desafíos de frente, a poner su tiempo y recursos donde están sus palabras.

Es hora de que nuestros líderes empresariales dejen de ser parte del problema y comiencen a ser parte de la solución. Es hora de que se levanten del sofá y empiecen a trabajar por el cambio real y duradero que nuestro país necesita. El activismo de sofá puede ser cómodo, pero el progreso nunca lo será.

Es hora de exigir más a nuestros líderes empresariales. Es hora de rechazar el activismo de sofá y abrazar la acción real. Nuestro país, y de hecho nuestro mundo, necesitan líderes que estén dispuestos a dar un paso adelante, a asumir responsabilidades y a trabajar duro para lograr el cambio que necesitamos.

Es hora de que los empresarios se levanten del sofá.