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Carta para los emprendedores

Hay algo que me ha estado rondando la mente con bastante frecuencia. A menudo me sumerjo en reflexiones profundas sobre ciertas ideas, y recientemente, tuve la oportunidad de leer un libro escrito hace más de 100 años.

Sorprendentemente, este antiguo texto promulgaba que la forma de pensamiento que estoy examinando es propensa a fomentar el éxito empresarial, y en particular, el éxito en cualquier tipo de emprendimiento. Podríamos considerar que son pensamientos o formas de actuar muy básicas. No obstante, después de leer el libro, me ha quedado la impresión de que la realidad es bastante diferente: nosotros, como seres humanos, tendemos a autolimitarnos con la forma en la que pensamos y, a menudo, nos saboteamos.

A este respecto, resulta fundamental realizar un ejercicio de disciplina y rigor mental para consolidar esta forma de pensamiento y visualización. Es importante aclarar que este enfoque es esencial para atraer y consolidar las metas que uno se fija. Permítanme profundizar un poco más sobre este tema.

Cada vez que tengo la oportunidad de sentarme con un emprendedor, un empresario, un político o cualquier persona que me consulte, siempre enfatizo la importancia de no competir. Insisto en que deben evitar enfrascarse en dinámicas de competencia y, en su lugar, dedicarse a desarrollar actividades que creen nuevos espacios en el nicho en el que se encuentran. Traído a tiempos presentes y a la literatura actual, esto es equivalente a identificar o crear "océanos azules" en lugar de quedarse en los "océanos rojos" altamente competidos.

Adicionalmente, siempre pregunto a estas personas: "¿En qué negocio está usted? ¿Cuál es su propuesta de valor?" Necesito que me la transmitan de tal manera que pueda entenderla claramente y sepa exactamente qué hace la persona y cómo va a agregar valor a mi vida. Refinar esa propuesta de valor hasta que pueda expresarse en una sola frase no es fácil, pero es posible. Esta propuesta debe transmitir un tercer punto esencial al que me refiero a menudo: si quiero crear un "océano azul" a partir de una propuesta de valor, dicha propuesta debe ser altamente diferenciada.

La diferenciación puede darse en diversos aspectos: canal, segmento, estrategias de relacionamiento, la forma en que se hacen las cosas, nuestra estructura de costos o de ingresos, etc. Sin una diferenciación profunda, corremos el riesgo de caer en un "océano rojo". Estos tres puntos son parte esencial de mi narrativa cuando realizo cualquier tipo de mentoría o capacitación, ya sea para empresarios, emprendedores, actores políticos o emprendedores sociales. Son aplicables a todos.

Este libro me aclaró otros tres puntos que complementan los anteriores. Primero, debemos adoptar un pensamiento de gratitud hacia lo que tenemos, independientemente de si es mucho o poco. Esa gratitud nos ayuda a lograr más y avanzar. A menudo olvidamos lo afortunados que somos simplemente por tener un techo sobre nuestras cabezas, ropa para vestirnos y alimentos en nuestra nevera.

El segundo punto, que ha sido recurrente en mis aprendizajes recientes, es vivir el presente. Tratar de anticipar o preocuparse por lo que vendrá, especialmente en un país con nuestras polarizantes y angustiantes vicisitudes políticas, resulta emocionalmente desgastante. Solo podemos controlar el aquí y ahora; el pasado ya sucedió y el futuro es desconocido.

Por último, debemos evitar la procrastinación, un obstáculo para el desarrollo de las ideas, los emprendimientos, los modelos de negocio y la vida misma. La invitación es a hacer todo lo que se pueda en el día presente, sin dejar nada para después.

Este libro, escrito hace más de 100 años, me deja ver que, aunque la evolución humana ha dado pasos gigantescos en términos tecnológicos, de modelos de negocio, estructuras financieras y jurídicas, nuestra conducta humana no ha evolucionado. Seguimos comportándonos de la misma forma, esperando los mismos resultados y buscando las mismas cosas.

Me sorprendió gratamente encontrar que un hombre al final de su vida en 1910 pudiera describir con tanta claridad las angustias y expectativas humanas 110 años después.

La invitación entonces, es a incorporar estos seis puntos en nuestro día a día y, tal vez, empezaremos a ver resultados favorables y diferentes. Quizá ese sea el secreto.