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El golpe blando

El fenómeno político conocido como “golpe blando” se ha tornado protagonista en la reciente narrativa del presidente Gustavo Petro. Este término, originalmente popularizado por el académico estadounidense Gene Sharp, se refiere a una serie de tácticas no violentas destinadas a desestabilizar o derrocar un gobierno existente y puede ser una herramienta legítima en la lucha contra gobiernos autoritarios… ¡Ups! ¿Será que Petro se autopercibe así?

Sin embargo, es fundamental considerar este término desde la perspectiva socialista del siglo XXI para entender plenamente su aplicación en el contexto contemporáneo de Colombia. Pues casi todos los líderes del socialismo del siglo veintiuno lo han invocado cuando sus niveles de popularidad decaen.

La proclamación de un presunto “golpe blando” por parte del presidente Petro ha generado serias inquietudes sobre la estabilidad política y económica de Colombia. Desde una perspectiva del movimiento socialista, esto puede ser interpretado como una estrategia para desviar la atención de los problemas socioeconómicos urgentes que enfrenta el país y alimentar una narrativa de victimización.

El presidente Petro acusa velozmente a la prensa y a diversas instituciones judiciales de conspirar contra su gobierno. No se da el chance de promover un debate constructivo y de rendición de cuentas, estos ataques parecen estar diseñados para desacreditar a aquellos que presentan críticas legítimas a su gobierno. Este uso de la retórica del “golpe blando” es preocupante, ya que puede desestabilizar aún más el ya tenso clima político y socavar la confianza en sus instituciones democráticas.

Además, estas acciones tienen serias implicaciones sociales. En un contexto en que la confianza y expectativas de los ciudadanos son esenciales para el crecimiento económico y el bienestar social, la retórica divisiva y conformacional de Petro desmorona la etimología misma del término estado social de derecho, ese que él dice proteger, agravando los desafíos sociales existentes. Es especialmente preocupante que esta retórica se utilice en un momento en que la sociedad colombiana, enfrenta importantes incertidumbres.

La postura de Petro ante la prensa es la alerta roja que faltaba. Debe, así le moleste, respetar la libertad de prensa; pilar fundamental en la solvencia de cualquier democracia, optar por atacar a los medios de comunicación e instituciones, describiéndolos como un poder silencioso, destructor, predecible, perverso, socava aún más la confianza en su gobierno y pone en tela de juicio su compromiso con los valores democráticos.

Mientras que la estrategia del “golpe blando” y su uso indebido persista enfocada en desacreditar críticas y disentimientos legítimos, se podrá entonces socavar la estabilidad política y económica, de tal forma que nos asiste la obligación de estar vigilantes y reactivos.

La democracia requiere de transparencia, rendición de cuentas, respeto a la libertad de prensa y sobre todo respeto a las opiniones divergentes; elementos que parecen estar en peligro en el actual gobierno de Petro. Es crucial que los líderes, independientemente de su ideología política, respeten estos principios para mantener la salud de la democracia y la estabilidad de su país, al fin y al cabo, solo estarán cuatro años.

¿O no es así presidente Petro? ¡Son solo cuatro!