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Hablemos de Aguas y Aguas de Pereira

Imaginen que en el año 2015 les diagnostican un cáncer bastante maligno, ampliamente diseminado por el cuerpo, aún sin metástasis; no es terminal. No obstante, es un cáncer que presenta múltiples focos de células cancerosas en todo el cuerpo. Pensemos, por ejemplo, en una leucemia, cáncer de huesos o algo bien maluco, agresivo y hambriento.

En cualquier caso, se les informa que deben iniciar un proceso de quimio, radio u otro tipo de terapia, pero además tendrán que someterse a una serie de cirugías durante el tratamiento, con posibles recaídas. Durante este proceso, la salud y el bienestar físico serán precarios y complicados, pero si el tratamiento va bien, es probable que salgan adelante.

Durante el proceso, las quimioterapias, de hecho, les afectarán; les debilitarán; les dejarán en cama. Sin embargo, encontrarán formas de recuperarse. Cada vez que visiten al médico y sean evaluados, les dirán que están mejorando en su “calificación de riesgo”, están progresando, están superando la situación. Cuando se realicen análisis de sangre y exámenes generales, observarán que “los indicadores” mejoran y avanzan. Si consultan a otros médicos, ya que pronto solicitarán una segunda opinión, también les dirán que van bien, que están avanzando, que desde fuera se les ve en buen estado.

Luego, se someten a cirugías para extraer algunos tumores. Aunque no es claro su composición exacta, el alcance que pudieron tener y que daño hicieron, lo importante es que han sido extraídos de su cuerpo. Así continúa el proceso, y después de ocho años en esta travesía, todavía no se han librado completamente del cáncer. Quedan algunos focos y tumores malignos en el organismo que necesitan ser cauterizados y extirpados. No será fácil, pero el proceso debe continuar.

Sin embargo, se sienten fuertes, se sienten preparados para seguir adelante. Pero sucede que, tras ocho años, alguien les dice que el problema no era cáncer, que el problema era otra cosa. Pero esto no es cierto, el cáncer sigue allí, latente. Simplemente intentan confundirles.

Lo que quiero destacar con esto, y creo que es evidente, es que Aguas y Aguas de Pereira se encontraba en condiciones deplorables en 2015. La empresa estaba sumida en un nivel inimaginable de clientelismo y corrupción. Al analizar detenidamente lo que ocurría allí, se percibe el profundo enraizamiento y la infiltración de poderosas fuerzas políticas en la contratación de proveedores, suministros y personal, individuos que causaron un daño significativo a la organización.

Ejemplo de esto es la información que intentan hacer pensar a los ciudadanos sobre las sanciones de la DIAN. No se dejen engañar. Estas sanciones se derivan de decisiones erróneas, mala administración y asesoría deficiente en los años 2010 y siguientes, incluso en 2015 y 2016. Fueron mal asesorados y mal administrados por personas con motivos cuestionables.

Por lo tanto, que hoy vengan a afirmar, en pleno calendario electoral, que la empresa está en mal estado, que está al borde de la quiebra, que la van a tener que vender, simplemente como un argumento proselitista en medio de esta campaña, es un error y una inexactitud, además de un recurrente caballito de batalla que también se usó hace 4 años y ahí sigue la empresa en manos de los pereiranos.

Creo que están equivocados y se perjudican a sí mismos, ya que las cifras de la empresa, que son públicas y auditadas, no mienten. Pretender vender otra narrativa, además de ser irresponsable, resulta extremadamente complicado.

Argumentar que la alteración del cronograma de la PTAR es culpa de esta administración y su junta directiva, además de irresponsable, es una mentira. Incluso, si miramos en retrospectiva y objetividad este caso, resultó favorable para la empresa no dar inicio a este proyecto en 2019 o 2020, pues de haberlo hecho, hoy estaríamos incursos en demandas por desequilibrio económico del orden de los 200 mil millones, una situación de esas si quiebra a la empresa de plano. Y ojo, la PTAR no ha muerto, en pocos meses tendremos una noticia interesante sobre este tema.

Por supuesto, la empresa enfrenta dificultades, sin duda. Tiene retos financieros como cualquier otra empresa del sector en el momento actual del país, si alguien afirma que su empresa está en una situación financiera sólida y estable, sin ninguna incertidumbre, entonces que me digan donde para invertir allí de inmediato. Todas las empresas en el sector de servicios públicos en el país están bajo amenaza en este momento, y esta amenaza no proviene de los gobiernos municipales ni departamentales, sino del gobierno nacional. Es el gobierno nacional quien nos tiene en una profunda incertidumbre sobre lo que sucederá con las tarifas y la capacidad de inversión.

Terminemos entonces, el proceso de recuperación de esta “enfermedad” que comenzó en 2016 va por buen camino, va saliendo adelante. Pero si nos descuidamos, recae y se nos muere. Entonces, mucho cuidado como votan el 29 de octubre, estamos ante dos caminos, o recae el enfermo y se muere o sigue su tratamiento y sale adelante. Así de simple.

Yo voy a votar porque se salve el paciente.